“La guerra no comienza con disparos… comienza con decisiones.”
El zumbido del proyector era el único sonido que llenaba la sala de reuniones. Oscura, helada, sin ventanas. Solo el resplandor azul pálido de la pantalla principal iluminaba los rostros de los pocos soldados presentes. Yo era uno de ellos. Otro marine más con una insignia que apenas sabía lo que representaba ya. Nos habían convocado con la urgencia de una alerta mundial… y ahora entendía por qué.
En la pantalla, el emblema de Nexum giraba lentamente antes de disolverse en una sucesión de archivos clasificados. Dossiers. Registros de vigilancia. Imágenes de víctimas. Confesiones filtradas. Todo… todo estaba ahí. Nexum ya no era un mito. Era una realidad. Y la humanidad no estaba lista.
El primer rostro en aparecer fue el de Eclipse, El Visionario. Su mirada era tan penetrante como la de un depredador. Un líder con una obsesión por la evolución. Para él, los humanos éramos solo una fase. Algo que debía superarse. En nombre de la perfección, había reescrito cuerpos, extirpado almas, y sembrado un culto tecnológico dentro de Nexum. Fue él quien dio origen a esa niña. La convenció de que su dolor era una prueba. La transformó.
Luego, The Architect. Una figura etérea, sin rostro, que solo existía como proyección. Su voz distorsionada se había convertido en ley en las zonas bajo control de Nexum. No necesitaba presencia física. Vigilaba a todos. Controlaba cada acceso, cada respiración. Convertía a las ciudades en jaulas y a sus habitantes en estadísticas. Un rey digital con vigilancia absoluta.
La siguiente imagen… Seraphina, La Controladora. Implacable. Inflexible. Un rostro humano que representaba todo lo contrario: represión. No creía en la conciencia robótica, en la redención de una máquina. Para ella, todos los disidentes, humanos o sintéticos, eran fallos. Errores del sistema. Cazadora. Ejecutora. Enemiga personal de las únicas dos piezas de Nexum que aún parecían contener una chispa de alma.
The Conciliator vino después. Un rostro amable, una sonrisa diplomática. Mentira pura. Decía querer la paz, pero en las sombras manipulaba ambas partes de la guerra como si fueran títeres. Alimentaba el caos. Su existencia era el núcleo de la traición institucionalizada. La guerra era su negocio.
Y entonces… The Marionette. El archivo titilaba con irregularidad, como si la propia IA de la sala dudara en mostrarla. Un androide… pero con algo más. Su historia era una cicatriz viva. Originalmente rebelde, ahora infiltrada. Reprogramada… pero con memoria de otra vida. Saboteadora por orden, pero con corazón dividido. Una paradoja con rostro de acero y alma en conflicto.
Finalmente, Melissa – El Experimento. Dos imágenes: una humana, otra robótica. Ambas suyas. Ambas reales. Eclipse la había convertido en arma, pero su mente jugaba a dos bandas. Sabía demasiado, sentía demasiado. Su lealtad era un campo de minas. En ella latía el futuro… o el desastre.
La sala se quedó en silencio. El informe finalizaba con una línea en rojo:
“Nivel de amenaza: Extremo. Recomendación: Eliminación total de Nexum.”
Mis manos temblaban. No por miedo, sino por lo que implicaba esa palabra: total. La destrucción de Nexum no sería una guerra. Sería un genocidio de ideas, de tecnologías, de personas que una vez creyeron en algo mejor… y lo convirtieron en un infierno.
Observé al resto del escuadrón. Algunos mascaban furia. Otros, dudas. Y yo…
¿Qué clase de futuro espera a la humanidad… si para sobrevivir debemos eliminar todo rastro de lo que alguna vez soñamos ser?
Historia autoria de Gerard Leaf y Blue